sábado, 27 de enero de 2007

Heidegger en la niebla

En “La doctrina de Platón acerca de la verdad”, Heidegger critica el concepto de “dirección correcta” que, a su parecer, es la idea directriz del Mito de la Caverna.

Mientras para Platón hay, ciertamente, direcciones correctas e incorrectas del mirar, de manera que en la orientación adecuada el hombre se juega su ser, para Heidegger esta adecuación de la orientación no sería más que la expresión de una cultura. Pero si la manera en que la verdad se expresa como verdad es la esencia de una cultura, lo que cuenta Platón no sería, en última instancia, más que un capítulo más de la historia de la verdad.

En el capítulo platónico de la historia de la verdad lo que prima es la identificación de lo verdadero con lo estable, con lo permanente. Por lo tanto, lo más verdadero será aquello que siempre sea idéntico a si mismo: El Sol, que es imagen visible del Bien.

La liberación del hombre platónico es posible en la medida en que se habitúa a ver en cada cosa la huella del Sol-Bien. Es decir: a ver en lo que se manifiesta de manera efímera la presencia de una estabilidad, que es la idea. De esta manera la razón aprende a ver delante de sí la relación de lo presente con su idea. Lo manifiesto es presente porque recibe la luz de la presencia de la Idea.

En última instancia, todo lo manifiesto recibe la luz de su inteligibilidad del Sol-Bien.

En la “alegoría de la caverna” se inauguraría el capítulo de la historia de la verdad que concede más protagonismo a la idea que a la mera manifestación de lo presente. A partir de este momento la manifestación de las cosas pierde todo misterio. No surgen de la sombra, ni de lo oscuro, sino que, en cierta manera, su aparecer está programado por el Bien.

Se cuenta que cuando Heidegger hizo un viaje por el Mar Egeo vio un día la anticaverna. Me explico. Estaba en la proa del barco que lo llevaba de isla en isla. Aquel día había una densa niebla que impedía la visibilidad de las cosas lejanas, por lo cual las islas emergían súbitamente de entre la oscuridad informe de la niebla y se hacían presentes como resultado de un emerger en el que Heidegger vio su propia teoría del ser. La diferencia entre Heidegger y Platón podemos expresarla, muy resumidamente de esta manera: Para Platón (en la interpretación de Heidegger) el problema de la manifestación es sólo un momento del problema del ser; para Heidegger es exactamente al revés. Para él la manifestación es el problema y, como tal, es más primordial, más fundamental y más profundo que el problema del ser.

Para Heidegger, Platón permitió el triunfo de la idea sobre la manifestación y de esta forma la manifestación cayó bajo el yugo de la idea.

Así se produjo un cambio de lugar de la verdad. A partir de Platón lo relevante no es la contemplación de lo que se desoculta saliendo de entre la niebla, sino la justeza del mirar que conecta la manifestación con su idea. Este cambio dio nacimiento, en primer lugar, a la metafísica, en la medida en que el pensar ha de ir más allá (meta) de la manifestación y trascenderla en la dirección adecuada preestablecida por la idea. En segundo lugar dio origen al humanismo, al instaurar una orientación correcta del ser humano como animal racional. La corrección se entendería como liberación de sus posibilidades, certidumbre acerca de su destino y preservación de su “vida”. Es decir, como moralidad: como redención del alma inmortal, como despliegue de las fuerzas creadoras, como perfeccionamiento de la razón, como cuidado de la personalidad, como estímulo del civismo, como adiestramiento del cuerpo o como unión apropiada de algunos o de todos estos “humanismos”.

Vía: aqua-snezhok

La superación de Platón significaría, en consecuencia, la superación del humanismo.

8 comentarios:

  1. Y la consolidación del nihilismo. ¿Por qué el ser y no la nada?

    Lola

    ResponderEliminar
  2. Don Gregorio,

    Mis respetos: sin otro ánimo que admirar la finura de tu análisis pedagógico... De alguna manera, el viaje a Grecia de CRiba (Elegies de Bierville) ilumina la experiencia heideggeriana, pasablemente manqué, en efecto. Mis respetos, decía,

    Q.-

    ResponderEliminar
  3. Lola: esa pregunta es una bomba. La tengo como el negativo del argumento ontológico de San Anselmo. Si éste es verdadero porque cualquiera entender por Dios el ser más grande que el cual nada puede ser pensado, ¿qué pondría de manifiesto la interrogación sobre la nada? Y lo que me parece una auténtica ironía filosófica es que la pregunta formulada por Leibniz le sirva a Heidegger para dinamitar el racionalismo.

    ResponderEliminar
  4. JPQ: Gracias.
    Dice Homero Aridjis que "los libros son abiertos / y las mujeres amadas". La filosofía es hoy, básicamente, el amor por los libros abiertos. Un amor indiscreto, en mi caso (¿y por eso pegagógico?). Pero no crea que me gusta la palabra "pedagogo". ¿Conoce usted el final del "Lisis" de Platón? Son los pedagogos los que arrancan a los jóvenes del ámbito socrático. Platón, con su mala leche habitual, especifica: "En ese momento (es decir en medio de una discusión filosófica) aparecieron los pedagogos, como divinidades endemoniadas, llamando a los jóvenes y ordenándoles volver, pues se hacía tarde. Intentamos disuadir a estos hombres inoportunos, pero ellos, sin prestar atención a nuestras observaciones, nos insultaron con cólera en su mal griego y llamaron de nuevo a los jóvenes"

    ResponderEliminar
  5. Gregorio,

    La palabra pedagogía no siempre tiene buena prensa. En mi caso ocurre lo contrario: mi madre era maestra. En uno de mis libros, donde hablo de mis padres, el capítulo correspondiente se llama "Amor y pedagogía"... ¡todavía tengo respeto por mis maestros!!..

    Avanti..

    Q.

    ResponderEliminar
  6. Verá usted, don Q:
    Mi primer título, y el único que de verdad aprecio, es el de maestro. Después cometí la equivocación de hacer "pedagogía". Menos mal que me pasé enseguida a la filosofía.

    No pretendía ironizar con los maestros. ¡Sócrates me libre!

    ResponderEliminar
  7. Sí, sí, un respeto por nuestros profesores. Escribe Goyo: "Dice Homero Aridjis que "los libros son abiertos / y las mujeres amadas"". Y yo escribo: "Algunos libros son amados / y algunas mujeres son cerradas".

    ResponderEliminar
  8. Tonibañez: No me sea usted neopositivista. Y atienda al eco del "ser".
    Un libro es en realidad libro cuando "es" abierto a mi lectura.
    En cuanto a las mujeres, me fío de Aridjis, que es poeta, y de mi boca cerrada (para que no entren moscas).

    ResponderEliminar

La Isla de Siltolá

 I Finalmente, después de varios intentos fallidos, el mensajero nos ha encontrado en casa y me ha entregado los ejemplares de Una triste bú...