domingo, 1 de abril de 2007

De rodriguez

Estaba yo esta mañana en la Estación de Sants, despidiendo a mi mujer que se ha ido a pasar tres días a Pamplona. Como hemos llegado con bastante antelación, nos hemos sentado a tomar un café. Permitidme un paréntesis: "¿Por qué las autoridades sanitarias consienten que cualquier brebaje infecto usurpe el sagrado nombre del café?". Continúo. En una mesa contigua a la nuestra un matrimonio no paraba de hablar. Y lo hacía sin preocuparse por quién los pudiera oír. Gritaban tanto que parecía que estaban hablando por el móvil. Sus hijos correteaban gritando por entre las mesas. Cuanto más viejo me hago, menos soporto los gritos de los niños. Si por mi fuera, habría un medidor de decibelios infantiles en los espacios públicos y a los niños que sobrepasasen en nivel máximo se los obligaría a llevar bozal. Bueno, a lo que iba. Corrían, se tropezaban. gritaban, empujaban... practicando con total impunidad todas las formas lícitas del terrorismo infantil. Los padres de los niños han comenzado a hablar de cómo una familiar estaba malcriando a sus hijos. Como me interesa cualquier forma de degradación de lo humano, he puesto inmediatamente la antena.
"No me extraña nada -ha dicho la mujer- si un día le vino la niña llorando porque le habían pegado por la calle, y le dijo: '¡A casa no vengas más llorando así! Si hace falta, me vienes con un corazón en la mano, pero no quiero ver ni una lágrima!'".
Lo he copiado rápidamente en la servilleta y aquí os lo cuento. Felices vacaciones a todos y a los rodriguez, mi solidaridad.

Volviendo a casa, de repente, sin más ni más, me he acordado, al mismo tiempo, de algo que leí de Chateaubriand y de ti, Celia:

Prolegómenos: Chateabriand (modelo de tantos neocatólicos literarios que, como Villiers, Barbey d’Aurevilly, Baudelaire o Péladan vieron la suprema dignidad del hombre en su potencial sacrílego) modeló con sus sueños y melancolías adolescentes una mujer quimérica. Estaba hecha con las partes más perfectas de las mujeres más bellas que había visto en su vida. Viajaba con ella por el mundo. Esto es lo que escribe en sus Memorias de Ultratumba:

“Sería el cuento de nunca acabar referir los hermosos viajes que hacía con mi flor de amor; cómo visitábamos cogidos de la mano las célebres ruinas, Venecia, Roma, Atenas, Jerusalén, Menfis, Cartago; cómo atravesábamos los mares; cómo demandábamos la felicidad a las palmeras de Otahiti.”

16 comentarios:

  1. Mi tolerancia hacia los cachorros humanos es similar a la suya, lo que empieza a ser preocupante. Espero tener alguno antes de que me sean insoportables.
    En alguna ocasión he llegado a pensar que los taxis son como los Herodes: nunca encuentras uno cuando lo necesitas.

    Esta su flor de Chateaubriand debió ser aterradora en su perfección ¿no le parece?

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  2. U(n viejo afoprismo de mi propiedad:

    "Todos los niños son insoportables, menos los de los amigos y vecinos próximos, a los que hay que soportar."

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  3. Dos cositas nada más, Don Gregorio, antes de partir hacia tierras sureñas:

    1.- Mis "captaciones" por antena son irreproducibles en cualquier blog que se digne de serlo como es el suyo.

    2.- Con padres con éste poder de "convicción" en el corazón ajeno, luego hay quien se queja de la crisis de los valores.

    Saludos cordiales.

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  4. como especialista amateur en el buen café, encuentro mucho peor lo del café que lo de los niños, porque hacer un café mediocremente bueno es una tarea sencilla, en cambio, no es nada fácil educar a un niño, ni a sus padres. Y, además, por el café pagas un precio abusivo, aunque el presidente diga lo contrario.

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  5. yo vivo permanentemente de rodriguez , cosas de la imdependencia:) en cuanto a la perfecta mujer , es mas divertido descubrir en los amantes los vicios y lados oscuros...

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  6. A mí me pasa lo del brevaje, y también lo de los decibelios y luego sobre lo de esos atentados de frases... a mí mi padre solía decirme cosas así :)

    Por eso puede que ande yo de la mano de mi hombre quimérico por el mundo y con el corazón tan en la mano :)

    Besos don Gregorio.

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  7. Por cierto, así comenzó aquel mayo e n que recordando el otoño... Con estas memorias de ultratumba

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  8. Queridos amigos. Llueve en Ocata. Ya decía el refrán que "En marzo marciaba y en abril agua nevaba". Y mi madre solía añadir: "La viejica que supo vivir, pan para mayo y leña para abril".
    En fin que tengo a tinitis alborotada y me voy al otorrino a ver qué remedio de urgencia me da.

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  9. Doña Kasandra ¿No tendrá usted algún remedio mágico para un oído interno alborotado?

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  10. jejejejeje
    :p

    P.D: Y le ha dejado a usted su santa señora, unas tupperwares en el congelador??

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  11. Si son acúfenos no, Don Gregorio :)
    Pero yo mi aloboroto interno ahora me lo estoy remediando con Vanesa Mae... me lo pongo en los oídos y parece que todo lo demás se aturde... pero tienen que ser las Estaciones del viejo Vivaldi :)

    Lo que no cure mágicamente la música ya no sé lo que lo puede sanar

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  12. este Chateubriand se me ha copiado

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  13. Doña Mano Izquierda: En mi casa, de la compra yo la comida me encargo yo. De esto y de las relaciones exteriores con China. De todo lo demás se encarga mi mujer.

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  14. Acúfenos son, doña Kasandra. Más que acúfenos: las mismísimas cataratas del Iguazú.

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  15. Celia: Ponle un pleito con efectos retroactivos. Yo te apoyo.

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  16. ¡Hay que sumergirse pues Don Gregorio! ;)

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