sábado, 5 de enero de 2008

Sobre el aborto

Definitivamente, no soy progre. Entiendo por progresismo la convicción de que es posible liberar al hombre de sus condicionantes naturales y crear una vida determinada “progresivamente” sólo por factores culturales. Se tiende a identificar así lo cultural con la acción creadora del hombre; mientras que lo natural sería aquello que está a disposición de la cultura. En cierta forma el progresismo es la ideología que cree posible (obviamente con las mejores intenciones) romper el nexo causal existente entre las acciones humanas y sus consecuencias naturales. Posiblemente en ningún otro lugar se ve esto más claro que en el caso del aborto.

El del aborto me ha parecido siempre un tema muy serio. El concepto de “nasciturus” como ser que carece aún de personalidad jurídica pero que por eso mismo es capaz de tenerla, le otorga al feto una entidad diferente al de un mero agregado de células. Un feto no es un callo. Me parece que hay argumentos sobrados para entenderlo como un ser humano en potencia y, en cuanto tal, necesitado de tutela jurídica.

En tiempos de nuestros abuelos, cuando la naturaleza estaba inmediatamente presente en la conducta humana, era evidente para todos que las relaciones sexuales podían tener consecuencias naturales y, por lo tanto, se asumía que un ser inteligente y responsable debía asumir las consecuencias de sus actos libres.

Hoy, cuando la naturaleza es lo que está a nuestra disposición (y no nos engañemos, es por esto mismo por lo que somos ecologistas) la sexualidad se ha convertido en una acción que no debería tener ninguna consecuencia más allá del disfrute que pueda ocasionar su práctica. A no ser que voluntariamente uno quiera someterse a la cadena natural de actos y consecuencias, o sea, a lo que se ha dado en llamar "paternidad responsable".

Todo esto estaría muy bien si no fuera porque la realidad se empeña en importunarnos con sus datos, recordándonos que en la gozosa experiencia de la sexualidad, precisamente por ser tan laminera, conviene no olvidarse de la prudencia, especialmente cuando se practica con el fin exclusivo de gozar de ella (cosa a la que no tengo absolutamente nada que objetar, sino al contrario). Me refiero a la realidad la que nos enseñaba sus orejas ayer mismo en los datos que recogía El País de las estadísticas del Ministerio de Sanidad. Los resumo:

  • En el año 2006 (¡el 2006!) el número de abortos realizados en España superó la barrera de los 100.000 (exactamente 101.592).
  • Una de cada 100 mujeres de 15 a 44 años aborta en España cada año.
  • Casi el 40% son menores de 25 años.
  • El 14% no llegan a los 19.
  • Cada vez se interrumpen más embarazos y a una edad más temprana.
  • Aumenta el número de las mujeres que abortan por segunda, tercera o cuarta vez. En un 31% de los casos, la mujer ya se había sometido al menos a un aborto con anterioridad. Y en 1.240 ocasiones se trataba al menos de la quinta interrupción. En el caso de las menores de 20 años, el 12% ya había abortado previamente.

Las conclusiones que me parecen desprenderse tanto de estos datos como de los comentarios que he ido leyendo en diferentes lugares son las siguientes:

  • Progresivamente se está utilizando el aborto como un método anticonceptivo más. La despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo ha dado lugar entonces a un fomento de su práctica (y esto ya es harina de otro costal).
  • Los analistas oficiales están perplejos. No entienden por qué los jóvenes de la sociedad de la información no usan anticonceptivos.
  • Estos analistas recurren a la explicación que menos explica nada: La culpa es la falta de educación. El presidente de la Federación de Asociaciones de Planificación Familiar lo tiene claro: “Un aborto es un fracaso educativo y asistencial". Es decir, nada tiene que ver en ello la voluntad de quien tiene relaciones sexuales. La sexualidad parece haberse convertido en la conducta más inocente, tanto que en ella se está autorizado a ser irresponsable. No hace mucho que se pretendía poner en los institutos máquinas expendedoras de preservativos. Pero si es tan bueno garantizar el uso de preservativos para los adolescentes, ¿por qué no animamos a las familias que les entreguen cada mañana uno a sus hijos junto con el almuerzo?
  • Como falla la educación, hay que facilitar al máximo el acceso a métodos anticonceptivos, que se deberían vender sin receta, comenzando por la píldora poscoital.

Lo de la educación sexual para adolescentes siempre me ha hecho mucha gracia. ¿Cómo se lleva a cabo? Para empezar sería una educación en la que estaría muy mal visto poner deberes o hacer prácticas de laboratorio o intercambiar experiencias sobre técnicas y procedimientos gozosos. ¿Formarían el sadismo y el masoquismo una unidad didáctica? Si decimos que no, es que creemos que los contenidos de la educación sexual deberían estar determinados por algún criterio moral y no solamente por criterios fisiológicos y eróticos. Pero si la moralidad entra en juego de una manera tan determinante, es que entre la educación sexual y la enseñanza de la geografía hay alguna diferencia considerable.

"No hay que tener miedo a hablar de sexo", dice el presidente de la Federación de Asociaciones de Planificación Familiar, ignorando que nunca se ha hablado de sexo más que en la actualidad.

36 comentarios:

  1. Yo introduciría tres enmiendas al texo:

    1) Todos los datos indica, a pesar de lo que se aúlla por ahí, que en el caso de que erradiquemos la educación sexual, la conflictividad sexual no mejorará, problemente empeorará. ¿Creen ustedes que se aborta menos en los países con una fuerte moral religiosa? Pues se trata de eso, de una creencia.

    2) El desprecio de la naturaleza humana en estos temas es equivalente entre los progres y los conservadores religiosos, pero es incluso más fuerte entre los últimos. Los progresistas pretenden superar la naturaleza a través del orden de la cultura, y los conservadores a través del orden de la gracia expresada en la moralidad religiosa. La cosa es más grave aún cuando se moraliza e incluso se santifica la desprotección sexual de las mujeres. Y pienso específicamente en el caso de la madre Teresa, un icono de los conservadores y sorprendentemente de muchos "progres".

    3) Donde quiera que uno quiera situar el límite de la personalidad en estos temas, para jugar limpio es imprescindible distinguir entre embriones y fetos. No son lo mismo ocho células embrionarias que un feto con órganos desarrollados, placa neural y cierta capacidad para experimentar sufrimiento.

    ResponderEliminar
  2. Eduardo:

    Nosé a qué te refieres con "santificar la desprotección sexual de las mujeres".
    ¿Quizá a la impunidad para los violadores?¿Qué diablos es estar protegida sexualmente sino, precisamente lo que señala GLuri respectoa la santificación de la conducta irresponsable?¿Quizá estoy protegido sexualmente si se me dispensa - a costa de lo que sea- de cualquier consecuencia de mi actividad sexual?

    Por otra parte,según parece, el embrión no sufre, el feto sí, como dices.Pero sostén ese argumento hasta el final, es decir, "es lícito porque no hay sufrimiento", y verás en dónde acabas.

    GLuri:Tengo hijos adolescentes.(2) Todos ellos y todos sus amigos están perfectamente informados.No se ponen condón y no toman píldora porque se ha puesto de moda.Entre ellos, es un plus de riesgo, excitación y rebeldía.Básicamente son subnormales en su inmensa mayoría.Qúe hijos vamos a dejar al pobre futuro!

    ResponderEliminar
  3. No llego a comprender bien tu noción de progresismo. Parece que la nota distintiva está en la relación que se establece entre naturaleza y cultura, siendo que en el progresismo prima el poder creativo de la cultura desentendiéndose de las consecuencias naturales.

    Evidentemente la distinción se establece con respecto al conservadurismo, que es el polo contrario sobre el que se construye el progresismo (y viceversa). Y es por eso que cabría esperar en el conservadurismo una relación distinta entre cultura y naturaleza, en la que no se rompiera el nexo causal entre las acciones humanas y las consecuencias naturales.

    Pero esto no es así, de hecho el conservadurismo no tiene ningún problema en ir contra el goce de la sexualidad, desde unos valores culturales que hacen derivar de la biblia, aún a riego de producir consecuencias "naturales" catastróficas como la histeria, las perversiones, la pederastia y otros fenómenos que algunos atribuyen a la acción demoníaca.

    Al hablar de consecuencias naturales, en realidad de lo que estás hablando es de ética, y eso se ve claramente cuando, tres párrafos más abajo, te refieres a la cadena natural de actos y consecuencias como "paternidad responsable". Por lo tanto, la oposición distintiva entre conservadurismo y progresismo debe establecerse en el terreno de los valores culturales y más específicamente entre tradición e innovación.

    De momento, solo esto.

    ResponderEliminar
  4. Nosé a qué te refieres con "santificar la desprotección sexual de las mujeres"

    Pues me refiero exactamente a lo que predicaba Madre Teresa con su fundamentalismo "provida".

    Por otra parte,según parece, el embrión no sufre, el feto sí, como dices.Pero sostén ese argumento hasta el final, es decir, "es lícito porque no hay sufrimiento", y verás en dónde acabas.

    No sostengo que el criterio del sufrimiento sea el único ni el definitivo, aunque no cabe duda de que la capacidad para atribuir sufrimiento es un base para el juicio moral que empleamos corrientemente.

    ResponderEliminar
  5. de hecho el conservadurismo no tiene ningún problema en ir contra el goce de la sexualidad, desde unos valores culturales que hacen derivar de la biblia, aún a riego de producir consecuencias "naturales" catastróficas como la histeria, las perversiones, la pederastia y otros fenómenos que algunos atribuyen a la acción demoníaca.

    Tanto el progresismo como el conservadurismo (religioso) se oponen agónicamente a la naturaleza humana. Y por supuesto no me refiero a la "naturaleza humana" inventada por los filósofos, como decía Spinoza, sino a la real, la que ha descubierto la psicología y la biología.

    ResponderEliminar
  6. Eduardo:

    1) No pretendía establecer una oposición entre moral religiosa y moral laica, sino entre responsabilidad e inocencia. Me asusta ver que el aborto se está utilizando como si fuera un método anticonceptivo más. Evidentemente de anticonceptivo, nada.

    2)Huelo a Bueno: la cultura como la laicización de la gracia. NO estoy de acuerdo. El Deus sive natura no es equivalente a cultura sive natura. Aquí tenemos para un debate largo. Ya iremos entrando en él.

    3) No son lo mismo, evidentemente, como tampoco lo es una persona sana de treinta años que un anciano de 95 con alzheimer. Es humano lo que queramos considerar como tal y yo opto por ampliar las fronteras al máximo antropológico.

    ResponderEliminar
  7. Dhavar: Si aún fuera por buscar "un plus de riesgo, excitación y rebeldía" sería comprensible. Pero me parece que el asunto es más trivial: si pasa algo, ya vendrá alguien a solucionarlo.

    ResponderEliminar
  8. Taliesin: Efectivamente, hay un paleoconservadurismo que asusta. De eso no necesitas convencerme, lo he padecido directamente. Pero aceptando esto, creo que el progresismo es heredero de la convicción ilustrada de que la razón con la ayuda de la ciencia es capaz de eliminar todo impedimento a la felicidad del hombre. A mi lo que me da miedo es que lo consiga y que un día nos levantemos en un mundo poblado por el último hombre nietzscheano.

    ResponderEliminar
  9. GLuri:
    Tienes toda la razón.Su noción de riesgo es la de sus juegos virtuales.La culpa es en parte nuestra - mía no, desde luego-, les hemos prometido un mundo donde no existe la irreversibilidad.

    Por cierto, el último hombre Nietzschiano... e ahí un debate fascinante.Prever su figura, describirla.Póbre Nzche.Qué susto y decepciónse llevará al verlo.

    Javier:
    No sé qué diablos decía Teresa de Calcuta y no me interesa nada.Quiero que respondas de tu texto con precisión y ejemplos.
    Y, como te veo amigo de abstracciones, te aclaro:No soy católico, ni ateo ni agnóstico.

    Pero responde, si puedes, qué significa "El Dios sive Natura no equivale a cultura sive natura".

    G Luri:sospecho que este vínculo te va a interesar:
    http://www.ub.es/MANIA/serrano.htm

    ResponderEliminar
  10. El punto segundo es, creo, independiente a la tesis de Bueno. A lo que yo me refería es a que tanto el progresismo como la moral religiosa emplean violencia contra la "naturaleza humana".

    El criterio del "máximo antropológico" no aclara nada o quizás aclara demasiado. La dificultad estriba aquí en dotar de contenido a este tipo de máximas formalistas. Por ejemplo, convencernos de que ocho células embrionarias han de considerarse vida personal.

    El "máximo antropológico" ya está de hecho implícito en las prácticas del aborto y el infanticidio. El infanticio se practica tradicionalmente precisamente para asegurar la viabilidad de la descendencia. Son decisiones dolorosas pero necesarias dentro de la economía de la naturaleza, que también es una "ciencia lúgubre" cuando trata de la crianza. Otra cosa es que algunos supongan que es posible trascender la naturaleza desde el "bienestar" o desde la santidad.

    ResponderEliminar
  11. "el progresismo es heredero de la convicción ilustrada de que la razón con la ayuda de la ciencia es capaz de eliminar todo impedimento a la felicidad del hombre"

    De acuerdo. Yo también temo el advenimiento del último hombre. ¿Pero será éste progresista o conservador? Y es que el conservador también pretende eliminar el pecado y alcanzar la salvación amparándose en las esencias divinas de la tradición.

    ResponderEliminar
  12. No querría entrar en debate tan profundo, que podría extenderse mucho, pero estoy de acuerdo en que resulta preocupante lo que está ocurriendo actualmente. Creímos un día que con educación se solucionaba todo, como todavía no sabemos qué es la educación, pues resulta que no ha sido así. Porque la ignorancia, hoy, creo que no vale como excusa. Cierto que en otros tiempos había mucho abandono, infanticidio y explotación infantil, y que seguramente más de uno, de haber podido elegir, habría elegido ser abortado. Creo que habría que analizar también la postura de los adultos, tener hijos antes de los trenta y muchos es hoy mal visto porque hay que disfrutar, estudiar y todo eso. Después, pasados los cuarenta, total, ya adoptaremos en el tercer mundo. Me parece todo bastante surrealista pero es que ya voy para vieja y supongo que cualquier día del futuro me eutanasiarán, afortunadamente para mi decrepitud.

    ResponderEliminar
  13. Un ejemplo reciente del cual tuve noticia: la chica de una pareja joven, de veinte y pocos, queda embarazada, no lo dicen a los padres de ella sinó a los de él, la madre de él es enfermera y 'arregla' el asunto, porque, como comenta Gregorio, los papis siempre echan una mano. La chica no acaba de superar el tema, supongo, y al cabo de poco tiempo tienen un niño y, de momento, fueron felices y comieron perdices en piso pagado con ayuda de la familia. Para eso podían haber tenido ya el anterior...

    ResponderEliminar
  14. Gregorio, parece que el diagnóstico que haces sobre la situación es que por haberse banalizado la sexualidad , el sentido de la responsabilidad ha decrecido. Y se deduce que la solución estaría más en la educación para la responsabilidad que en la educación de la sexualidad. Puedo llegar a estar de acuerdo después de matizar bastantes cosas.

    La primera ¿qué sería educar en la responsabilidad?
    Tenemos que pensar que la banalización progresista de la sexualidad no deja de ser una reacción al control suicida de la sexualidad realizado por la tradición. Se equivocan, pero el problema generado por la tradición perdura, y apelar a la responsabilidad se puede confundir fácilmente con la postura conservadora de que todo siga igual, es decir controlando la sexualidad (responsabilidad=control).

    La segunda ¿es posible educar en la sexualidad?

    A bote pronto se me ocurre que sí, si lo que procurara fuera desbanalizar la sexualidad. Lo cual es bastante difícil.

    No lo sería tanto si el problema se limitara a dejar de considerar la sexualidad como algo permeable a la pedagogía progresista que apela a la información y "hablemos de sexo".

    El problema gordo de la banalización lo veo venir, sorprendentemente, del lado de la tradición y sus conservadores. Es cierto que ellos hablan del carácter sagrado de la unión del hombre y la mujer. Pero Gregorio, yo también padecí la educación que sería "paleoconservadora" si no estuvieran activos en la actualidad. Ellos me enseñaron a los doce años, con todo lujo de detalles como no masturbarse: no con la almohada, no contra la pared, … una decena de posturas inconcebibles para mí, incluso ahora. Esto es banalizar la sexualidad en grado supremo.

    Desbanalizar la sexualidad sería educar a los niños en el goce de los sentidos, en la sensualidad del lenguaje y de las imágenes. Entrenarlos para que sean conscientes de sus sentimientos y emociones. Orientarlos para que descubran en la sexualidad una oportunidad para superar el egocentrismo en la entrega al placer del otro.

    Apelo a los progresistas para que caigan de la burra del bla bla bla en la sexualidad y se atrevan a calar en lo hondo del ser humano, justo desde donde uno empieza a sentirse responsable.

    Esperanza en el hacer de los conservadores, ninguna: se aplican a la unidad de España y no a la unidad de los sexos.

    ResponderEliminar
  15. Como parece cosa impensable y de cachondeo, lo diré: en una hipotética asignatura de educación sexual (es decir, no en una charlita de 90 minutos, que es lo que viene a darse ahora, con suerte, en los institutos), en una asignatura, digo, un capítulo sería, por supuesto, el de peculiaridades eróticas, y entre otras, incluiría el sadismo y el masoquismo.
    Por cierto, antes de contestar llevado por fantasmas morales, rogaría al atento lector una reflexión previa sobre el contenido al que aluden esos conceptos (sadismo, masoquismo, peculiaridad erótica) y sus vías de expresión.
    Saludos

    ResponderEliminar
  16. Realmente este" bienestar " que hemos logrado , que todo nos lo soluciona ,solo deshumaniza , crea una situación de irresponsabilidad personal , embota y es cómodo .No se busca nada mas allá del puro placer , no se piensan las consecuencias, creo que esa es la raíz del problema , la trivializacion de lo actos .La irresponsabilidad de las acciones ,el pensar que habrá una solución sin ver el coste y no entro en si estas deben estar fundadas en moral laica o religiosa .

    En el tema del aborto , a mi también me dejan perpleja las estadísticas , es impensable que en un mundo de información , de libertad de anticonceptivos de facilidades para la prevencion se ponga el acento en algo tan traumático

    ResponderEliminar
  17. Eduardo: No puedes imaginarte cuánto me estimula lo que dices y no precisamente porque esté de acuerdo, sino porque me obliga a articular con precisión mis propios pensamientos.
    Yo creo que el unto 2 sí que tiene mucho que ver en la medida en que la religión -me parece- no pretende liberar al hombre del miedo a la naturaleza. Pienso en las palabras iniciales de "La Estrella de la Redención" de Rosenzweig ("Por la muerte, por el miedo a la muerte comienza el conocimiento del Todo") y en las diferentes respuestas del optimismo antropológico (el progresismo)y del pesimismo antropológico (la religión).

    Por cierto: Yo no estoy, en absoluto, convencido de que ocho células embrionarias hayan de considerarse vida personal.

    ResponderEliminar
  18. Taliesin: El último hombre está más allá de las ideologías. Precisamente por eso es el último. Se conforma con "su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche".

    ResponderEliminar
  19. Júlia: Lo que nuestra generación ha tenido tiempo de descubrir es que también las acciones realizadas con las mejores y más elevadas intenciones tienen consecuencias imprevistas. Por eso a mi me cuesta seguir siendo progresista.

    ResponderEliminar
  20. Tliesin: Por todo eso que tú señalas yo me considero, en su sentido más literal, neoconservador.
    ¿Qué me vas a decir de la educación que hemos recibido? ¿Sabes cuándo entendí yo lo que era eso de "los pecados de la carne"?

    Respecto a la educación para la responsabilidad, que efectivamente, es lo que me preocupa, no creo que sea tan difícil. Basta con que comprendamos que nuestras acciones tienen consecuencias. Ahora bien, para ello habría que comenzar por recuperar un concepto absolutamente perdido del vocabulario pedagógico actual: el de voluntad.

    ResponderEliminar
  21. Juan: Pero los padres deberían estar de acuerdo. ¿O no?

    Recuerdo a un profesor de la antigua F.P. que era colega que hablaba sin tapujos de sexo con sus alumnos y les decía, por ejemplo -y esto es completamente cierto- que el sexo oral durante la menstruación es una delicia. Sin duda que él estaba convencido de que su educación liberaba a los adolescentes de falsos prejuicios y complejos. Pero te aseguro que no era esto precisamente lo que conseguía.

    ResponderEliminar
  22. Peggy: Eso era lo que creíamos, que era "traumático". Lo que nos dicen las estadísticas es que va dejando de serlo.

    ResponderEliminar
  23. Gregorio, creo que te has quedado a medias. Planteas el problema de manera excelente, como es habitual en ti, pero no terminas de definirte. ¿Estás en contra o a favor de aumentar la regulación del aborto? ¿Estás convencido que una mayor ampliación de los supuestos sería usada como método anticonceptivo preferido? ¿Te has puesto REALMENTE en el lugar de las mujeres que abortan, y que a menudo tienen que hacerlo ilegalmente y en condiciones lamentables? Educación, por supuesto, ley de plazos rigurosa, sí, pero no más restricciones. Tú, como veterano, habrás vivido la época en que sólo abortaban las que podían permitírselo vía Londres. Hay mucha hipocresía en el tema, que juzgo demasiado complejo para analizarlo desde un punto de vista tan limitado.Y las estadísticas son números, querido amigo, no personas. Hay que legislar bien, para que no vuelvan a ocurrir hechos tan terribles como los conocidos últimamente (aún me estremezco al pensar en las trituradoras de fetos). Absolutamente a nadie se le obliga a abortar. Pero tampoco deberíamos impedirle a una mujer hacerlo digna y legalmente.

    ResponderEliminar
  24. Defínanse como progresistas (progreso anti-ilustrado) o progresionistas (progreso ilustrado)me da igual. Las etiquetas hoy en día son teribles nudos de confusiones que hacen imposible la comunicación y el sentido.
    Pero al margen de eso,el mundo se trivializa. La excepción se vuelve cotidianiedad, sea la que sea. Para lo bueno excepcional o para lo malo excepcional, ambos pierden su aspecto de excepción.
    Cuando la Ley regula excepciones, o cuando las excepciones se convierten en regularidades de la Ley.
    Y no quiero entrar en el concepto aborto, ya que me desborda personalmente.
    Buena entrada de año a todos y a todas.
    Anselmo Queratina.

    ResponderEliminar
  25. Sin discutir la necesidad de educar la voluntad y ciñéndonos al terreno de la sexualidad …

    Es que la sexualidad se vive precisamente como cancelación de la voluntad. Pero es en el abandono del control donde se puede vivir la sexualidad en toda su plenitud. Por eso no entiendo la relevancia de la voluntad aquí.

    ¿Por qué los jóvenes "juegan" a no utilizar métodos anticonceptivos? Dhavar en principio hablaba de riesgo y tú de pura irresponsabilidad que se fragua en una educación que eliminó la voluntad.

    Me aventuro a lanzar otra hipótesis. Y si la irresponsabilidad es un síntoma de su incapacidad de entregarse conscientemente, relajados y sin autocontrol a la sexualidad. Pensemos como se ponen ciegos con el botellón y otras sustancias, en gran parte de los casos como medio de adormecer la conciencia vigilante y acercarse al deseo compartido. ¿No es posible que asimilen el necesario control anticonceptivo con el otro control inhibidor de la conciencia? ¡qué gran confusión si el no ponerse el condón está siendo un ritual para vencer la inhibición! ¿no?

    Desde luego, mi visión de las cosas nace de que la impresión de que lo ha cambiado en relación a la sexualidad en los último tiempo es poco. No nos dejemos engañar por la aparente libertad sexual. Los jóvenes, según creo , siguen sufriendo la demoledora moral sexual del nacionalcatolicismo transmitida inconscientemente por sus padres. Con unas pocas excepciones.

    ResponderEliminar
  26. Hay que ser muy retrasado mental para creer que existe la educación sexual; o sea, progre.

    La verdad es que muy propio responder a qué es una progre con que es la que asesinaría a sus hijos para que follar no le suponga una carga. La pena es que existan progres.

    ResponderEliminar
  27. El sexo (no “ese” sexo, sino el otro: ser hombre o mujer) nos hace a todos diferentes. Desde los genes, hasta las hormonas, pasando por la educación, hay docenas de elementos que colaboran en un proceso inacabable de sexuación que nos hace hombres o mujeres de un modo singular, único: peculiar. El sexo –insisto: ser hombre o mujer- es un valor, y como tal puede cultivarse. La sexualidad (que no es una conducta sino una vivencia) es el modo que cada cual tiene de vivir su sexo, del mismo modo que toda persona tiene su personalidad. La erótica, en fin, es el conjunto de sensaciones, deseos, emociones y sentimientos, que cada uno tiene de forma peculiar, en coherencia con la sexuación singular. De ahí que las peculiaridades eróticas no sean patrimonio de unos pocos (pervertidos) sino que todos tenemos nuestras peculiaridades. Algunas de ellas han pasado a tener denominación propia (sadismo, masoquismo, voyeurismo, exhibicionismo, travestismo, etc.) y otras no. Pero en coherencia con esta lógica de los sexos, el imaginario erótico de cada cual será distinto. El propósito de la educación sexual es conocerse, aceptarse y expresar la erótica para ser feliz. Por eso la aceptación de la diversidad erótica es un objetivo de la educación sexual, es decir, de los sexos.
    Esto, que he resumido excesivamente, es el marco sexológico con el que voy a dar charlas de educación sexual a los institutos.
    Y ahora, tu pregunta, Gregorio: “Pero los padres deberían estar de acuerdo. ¿O no?”
    Pues bien: cuando tenemos reunión con los padres y les contamos esto, lo entienden. Porque no se trata de liberar a nadie de prejuicios, ni obligar a nada so pena de ser un reprimido (el 68 ya pasó). Lo que proponemos es que conozcan, acepten y expresen sus deseos. Ni los míos, ni los tuyos, ni los de los padres. Los suyos, cada cual su peculiar deseo.
    Luego esos deseos hay que gestionarlos (vía fantasía o gesto amatorio), negociarlos, etc. Y en función de las creencias de cada cual, se hará de un modo u otro. Pero yo no entro en las creencias que los chavales tengan.
    No quisiera alargarme demasiado; espero que mi postura haya quedado un poco más clara.
    Saludos

    ResponderEliminar
  28. Sexualidad: No acabo de entenderte porque no comprendo exactamente cuál es tu posición frente al deseo. En las últimas décadas ha existido una indiscriminada apología del deseo que me parece absolutamente insensata. Los deseos suelen ser desordenados, imperativos y con frecuencia contradictoria. Siempre son susceptibles de más y, por eso mismo, son un principio de desorden. No tengo nada contra las experiencias de desorden, siempre que se combinen con experiencias de orden. Pero el orden suele aparecer con frecuencia como frustración de unos deseos para dar paso a otros según una jerarquía. En definitiva, tan importante como la experiencia de la satisfacción del deseo es la de su frustración, porque lo relevante no es la satisfacción del deseo, sino su satisfacción en el momento oportuno y en el sitio adecuado.

    ResponderEliminar
  29. Todo el error, la herejía, proviene de considerar el amor como algo "libre", es decir, sin límites racionales. Pero el amor es una dulce esclavitud y, ante todo, una práctica dirigida a hacernos mejores.

    Supongamos que dos personas se quieren. El afecto del uno depende del del otro como dos paredes que se apoyan y compensan. Si una de ellas se vuelve demasiado pesada, o muy liviana, es probable que la estructura entera se hunda, cediendo por un extremo.

    El amor y el odio -como la construcción y el desplome- están hechos del mismo rudo material. El mayor orden y sensación de ingravidez del primero es lo único que los distingue.

    ResponderEliminar
  30. Respecto al aborto, acéptense estos principios o propónganse otros mejores:

    1) Todo lo moral vale universalmente.

    2) Todo lo que se niega a sí mismo es inmoral.

    Y, a partir de ellos, justifíquese la siguiente proposición:

    Destruir células embrionarias humanas es moral.

    ResponderEliminar
  31. De entrada, un matiz: hablo de deseos eróticos, no de deseos laborales, existenciales, etc. Y un recordatorio: no he dicho "¡a realizar todos los deseos!", sino que hay que gestionar, negociar, filtrar según creencias, etc.

    Eso sí: en la erótica hablo de partir de los deseos, no de las obligaciones sociales ni otros agentes o imperativos externos.

    Sobre el momento oportuno y el sitio adecuado, habría mucho que hablar. La Iglesia católica ha venido imponiendo (en sentido numérico) muchas restricciones: solo en la relación amorosa heterosexual conyugal serían aceptables las relaciones eróticas y, por cierto, solo aquellas prácticas conducentes a la reproducción: la cópula, vamos.

    En todo caso, yo aquí no entro: cada cual que gestione sus deseos según sus valores. Para mí puede haber muchos sitios y muchos momentos para muchas cosas, y para ti no. Eso nos diferenciaría y está bien que así sea porque somos diferentes. Yo seré feliz a mí modo y tú al tuyo. El respeto a la diversidad es importante. Yo no pienso que los católicos practicantes sean unos reprimidos y espero que ellos no piensen que yo soy un depravado.

    ¿Orden, desorden? Para tratar de encauzar aquellos deseos que no pueden llevarse a la práctica están las fantasías y el arte. Que no es poco. Entiendo que los deseos -si son deseos- brotan de lo más personal y por tanto son irrenunciables. Están ahí y no se van. Por eso hay que gestionarlos, negociarlos, etc. ¿Es esto una insensatez? Bueno, en el campo de la erótica es con lo que trabajamos los sexólogos: el deseo.

    ResponderEliminar
  32. Sexualidad: No, nos separan minucias como las del lugar o cosas de este tipo. Nos separa la concepción del hombre. Y aquí el ateo, evidentemente soy yo. Es la propia consideración del hombre como ser natural la que me impide compartir tu optimismo antropológico.
    Tu pareces ver algún tipo de bondad natural en el ser humano que sólo, desde mi punto de vista, la fe en la existencia de algo trascendente en él podría justificar.

    ResponderEliminar
  33. Don Irich: Encantado de verle la cara. Ya sabe usted que también me encanta verle el pelo por aquí.

    ResponderEliminar
  34. ¿Optimismo antropológico, fe en la existencia de algo trascendente? ¿Y eso de dónde sale?

    Cuando se sabe que hasta los monos tienen cultura, reivindicar al hombre como ser natural me parece, como poco, confuso.

    O será que no te he entendido en absoluto.

    Y sobre todo: ¿cómo hemos llegado aquí desde la defensa (por mi parte) de las peculiaridades eróticas en la educación sexual? :S

    ResponderEliminar
  35. Sex.:
    Cuando sostienes que:
    1) "El sexo –insisto: ser hombre o mujer- es un valor, y como tal puede cultivarse."
    2) "El imaginario erótico de cada cual será distinto".
    3) "El propósito de la educación sexual es conocerse, aceptarse y expresar la erótica para ser feliz."
    4) "Lo que proponemos es que conozcan, acepten y expresen sus deseos"
    5) "En la erótica hablo de partir de los deseos"
    6) "Cada cual que gestione sus deseos según sus valores".
    7) "Entiendo que los deseos -si son deseos- brotan de lo más personal y por tanto son irrenunciables"
    etc.

    Entiendo que detrás de estas afirmaciones hay una filosofía, alguna línea de pensamiento que las hace coherentes, alguna visión antropológica. Y lo que intuyo que hay detrás es una imagen cristiana del hombre. El hecho que el sexo, en tus palabras, sea un valor (y no un hecho) me proporciona elementos para sostener mi sospecha.

    ResponderEliminar
  36. Vale, ya entiendo. Pues sí, detrás de toda postura medianamente coherente hay una antropología. Por darte más datos, esta teoría sexológica en que me baso es la "Teoría de los sexos" desarrollada por Efigenio Amezúa y, curiosamente, el paradigma se llama "hecho sexual humano", porque parte del hecho incontrovertible de que uno se encuentra en el mundo dos sexos, el masculino y el femenino. (Muchas de las críticas que hacemos se deben a la reducción de este sexo a los genitales y su vinculación posterior con la violencia.) Y el hecho de que tengamos sexo nos hace diferentes (esta tesis es pura biología, por cierto). El paso siguiente es considerar que esas diferencias son las que nos atraen de los demás. De ahí que el sexo (la diferencia) sea un valor, que puede cultivarse. Es decir, algo atractivo, que se desea. (¿Qué es si no un valor?)
    Estoy de acuerdo en que esto es una imagen positiva y optimista del hombre (podríamos decir que la diferencia causa espanto y ganas de de dar bofetadas al otro, ¿no?). Lo que no sé es si daría el salto y etiquetaría esto como cristiano.
    Si te resultan interesantes estos planteamientos, puedes ampliar el desarrollo conceptual aquí:
    http://tinyurl.com/3auhmh
    Si todo esto es de una bondad cristianoide insoportable e insostenible, pues nada, mucho gusto de haber charlado un rato :)

    ResponderEliminar

La Isla de Siltolá

 I Finalmente, después de varios intentos fallidos, el mensajero nos ha encontrado en casa y me ha entregado los ejemplares de Una triste bú...