viernes, 14 de marzo de 2008

Puercospines, erizos, zorras: de regreso a la zoosofía

Tengo muy abandonada a la zoosofía, que tan buenos momentos ha dado a este Café. Pero es que este café va así, a salto de mata, dejándose llevar por los aromas del momento, sin disciplina ninguna. Menos mal que ayer topé con los humildes erizos en el número de marzo de una revista que no acostumbro a leer, “El Ciervo”, y puedo así rendir justicia a esta noble rama de la filosofía. Como diría Jordi Sales, "los erizos también tienen derecho a ser tomados como ejemplo".

Como el erizo es primo hermano del puercoespín, comenzaré recordando una fabulilla que ya habíamos recogido en este café. La cuenta Schopenhauer en Parerga y Paralipomena:

“Un grupo de puercoespines quisieron acercarse mucho unos a otros un gélido día de invierno con el fin de no helarse de frío infundiéndose mutuamente calor. Sin embargo, sintiendo enseguida los pinchazos recíprocos de sus respectivas púas se vieron obligados a separarse. Ahora bien, cuando el deseo de calor los llevó a acercarse de nuevo, se repitió este segundo mal; de modo que fueron pasan de un sufrimiento a otro hasta que hubieron logrado encontrar una distancia adecuada desde la cual pudieron soportarse mejor. Del mismo modo impulsa a los hombres el deseo de compañía a buscarse los unos a los otros, pero sus muchos defectos vuelve a separarlos de nuevo.”

Luis Cernuda se apropia de esta fábula en el frontispicio de “Donde habite el olvido”:

Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.

¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabéis.

El erizo fue elevado a la categoría de animal zoosófico por Arquiloco, autor de una sentencia famosa: “Mientras que el zorro conoce muchas estrategias, el erizo sabe una sola y grande”. La idea la recogió Isaiah Berlin (por quien siento muy escasa devoción) en su obra El erizo y la zorra:

«… Porque media un gran abismo entre quienes, por un lado, relacionan todo con una única visión central, un sistema más o menos congruente o consistente, en función del cual comprenden, piensan, y sienten –un único principio universal, organizador, que por sí solo da significado a todo lo que son y dicen–; y por otro, quienes persiguen muchos fines, a menudo inconexos y hasta contradictorios, ligados, si lo están, por alguna razón de facto, alguna causa psicológica o fisiológica, sin que intervenga ningún principio moral o estético. (…) El primer tipo de personalidad intelectual y artística es el de los erizos; el segundo, el de las zorras; y podemos decir, evitando una clasificación excesivamente rígida, pero sin temor a contradecirnos, que, vistos así, Dante pertenece a la primera categoría, y Shakespeare, a la segunda. Platón, Lucrecio, Pascal, Hegel, Dostoiesvski, Nietzsche, Ibsen y Proust son, en distinta medida, erizos; y Heródoto, Aristóteles, Montaigne, Erasmo, Moliere, Goethe, Pushkin, Balzac y Joyce son zorras».

El pobre erizo fue completamente ignorado por los grandes fabulistas, como Esopo, Fedro, Aviano y La Fontaine, pero ha tenido cierta fortuna entre los poetas modernos. Pondré dos ejemplos:

Jesús Aguado, “Libro de homenajes”:

Supe entonces
que no se distinguía en nada la acción de acariciarla
de la acción de pisar
un erizo: el tiempo
convierte las caricias en espinas
e ilumina la vida por medio del dolor.


Jesús Munárriz, “La respuesta del erizo”:

No puede plantar cara al enemigo
mostrándole los cuernos:
no los tiene.
Ni tampoco morderle:
son sus dientes
pacíficos, herbívoros.
Carece de aguijones, de sustancias
que inocular: su cuerpo
no produce venenos.
Ni se puede refugiar en la manada:
vive con su familia nada más, cuida de ella.
Ni siquiera la huida le es posible:
mal corredor, lentísimo, torpón,
lo atrapan de inmediato.
Así que si se siente
atacado, el erizo
se ovilla
y despliega sus púas.
Es su única defensa.

Pues aún hay quien lo acusa
de agresivo.

5 comentarios:

  1. El departamento de estudios antigüos, sección clásica, departamento de griego, sección de lecturas de la galaxia tiene la demostración científica de la enorme importancia del erizo para la cultura, evolución la ropa y el calzado en el mundo moderno:

    http://arkesis.blogspot.com/2007/03/instruir-deleitando.html#links

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  2. Como decía Valdano del fútbol, la galaxia es anterior a sí misma.

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  3. De hecjo, ayer me ví dicéndome a mi mismo: "Ignacio: tu eres el propio padre de ti mismo"

    Hoy es ayer y mañana quizá.

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  4. Telepatía!!!Ayer le regalé a mi santo(aunque tú le consideres mártir) caviar de huevas de oricio y paté oriciano.Come zoosofía.Es tan sano!!!

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  5. La fabulilla de Schopenhauer define bella y sutilmente nuestra relación.Prepárate que te llegan mis púas.No lo ha advertido tu laberinto vestibular?

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