jueves, 5 de julio de 2012

"Ese sádico personajillo...

... tenía que encontrar una muerte atroz. Después de la evacuación de Cataluña, se encontraba en el campo de concentración de Argelés. Ocultaba cuidadosamente su nombre y se paseaba solitario, temeroso y desconfiado. Un día se acercó a él un joven y, sonriente, le tendió la mano:  '¡Hola, Astorga! Yo también pertenecí al S.I.M.; conozco tus hazañas y soy un sincero admirador tuyo. Tenemos que ayudarnos mutuamente.' Pasearon juntos, charlaron. Astorga cobró confianza. Se acercó a ellos otro refugiado y, seguidamente, otro:  todos se presentaban como comunistas y ex miembros del S.I.M. Conversando cordialmente, se fueron alejando de las barracas. Llegaron por fin a un lugar solitario de la playa; habían abierto allí previamente un gran hoyo en la arena. Astorga comprendió y retrocedió espantado. Lo enterraron vivo, y sobre su tumba dejaron un papel que decía simplemente: 'Por asesino'".

Julián Gorkin, El proceso de Moscú en Barcelona.

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