viernes, 28 de noviembre de 2014

Tengo una historia de amor con Lleida

Y estoy encantado de que sea así.
El ciclo sobre los lugares de la filosofía está funcionando aquí muy bien. ¿Por qué? ¡Pues vete a saber! ¿Por qué se crea una conexión mayor en unos sitios que en otros? ¿Por qué, incluso, hay un punto de emoción en mis palabras, aquí, en Lleida, que me sorprende a mí mismo? Uno habla lo mejor que puede, pero no puede crear con sus palabras las condiciones con que será recogido lo que dice. Ni tan siquiera las condiciones con que se escuchará a sí mismo.


Delante de Caixaforum de Lleida está el Genet Blau, una librería de viejo. Hoy he entrado. Y si hubiese podido, hubiese salido de allí con un par de carretas repletas de libros. No sé si la gente lletraferida de la ciudad es consciente del valor de lo que se guarda en sus estantes.

Me he gastado una pasta. ¡Y menos mal que me había puesto un tope y he entrado decidido a no superarlo en ningún caso!
Esto es lo que he seleccionado y me he traído a casa:




Don Federico decía de sí mismo que era "charlista", pero la hache es muda.


¡Del 33, ya ven, qué mal profeta era Kant!

Poco a poco sigo adelante, empeñado en ir dando forma, al menos imaginaria, a mi "Enciclopedia de las cosas que no le interesan a nadie".



Me he encontrado entre el público de la conferencia con dos navarros, Pilar Guembe y Carlos Goñi, de Obanos, además. Sus infanzones tenían como lema "Pro libertare patria, gens libera aestate".  ¿Y saben qué? ¡Para nacionalistas, nosotros!

Y la guinda:

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